Cámaras termográficas: el negocio del momento que busca permanecer más allá del Covid-19

Los players históricos de videovigilancia entendieron rápido la demanda inusitada de cámaras termográficas, porque algunos ya incursionaban en equipos térmicos, para detección de cambios de temperatura en monitoreo de entornos industriales. Para generar valor en los últimos meses el desarrollo de software para cámaras se orientó hacia el “crowdlytics” (traducido del inglés, “analítica para multitudes”).

En el negocio de seguridad electrónica, las cámaras termográficas se perfilan como un nuevo vertical, que permanecerá en la post pandemia. Si bien ahora se demandan con urgencia dispositivos capaces de detectar la temperatura humana –junto a la presencia de barbijos y el cálculo de volumen de personas en un espacio-, los actores tradicionales de video vigilancia y los recién llegados por la necesidad del momento buscan sumarle funcionalidades de analítica para que la base instalada de cámaras en tiempos de confinamiento y en el retorno a la “nueva normalidad” se consoliden como servicio.

El mercado de video vigilancia ronda los US$ 45 millones anuales en importación de equipos en Argentina. El parque de cámaras está compuesto por distintas tecnologías y calidades, si se consideran las componen circuitos de CCTV, en el segmento pyme y corporativo se estiman unas 160.000 instaladas en el país (sin contar las del área residencial). Esas cámaras son un commodity y valen entre US$ 10 y US$ 15 por lo cual los dispositivos para medición de temperatura corporal puede ser un negocio muy superior, según adelantó a Convergencialatina José García, gerente de la operación argentina de Hikvision (ver detalle de precios abajo). Este potencial se justifica también en la cualidad “cross-selling” de este vertical: la demanda hoy proviene en su mayor parte de actividades escenciales pero su uso se expanderá.

Los players históricos de videovigilancia entendieron rápido la demanda inusitada de cámaras termográficas, porque algunos ya incursionaban en equipos térmicos, para detección de cambios de temperatura en monitoreo de entornos industriales. Hikvision, con alrededor del 35% del mercado de videovigilancia,  comercializó 600 nuevos dispositivos, desde el inicio de la cuarentena hasta junio, cuando venía vendiendo unas 1.000 al año, por lo que adaptó su tecnología ya disponible (con sensor propio de imagen, una de las particularidades de la firma china) para desarrollar un producto calibrado para medición de temperatura en seres humanos. Uno de sus distribuidores, Viditec, anticipa el regreso eventual a las aulas como uno de los grandes potenciales de colocación de cámaras: Álvaro Martínez, gerente de Proyectos de la división Audio y Video Profesional, comentó que vendieron un número importante de equipos, pero procesan más de cien consultas por cotizaciones.

En el caso de Dahua, también de origen chino, el desarrollo de productos se adaptó a las etapas de la pandemia en el país. Como relató Maria Florencia Comeron, gerenta de Marketing, en febrero y marzo la demanda provino del transporte ( colocaron un kit de cámara y “cuerpo negro” en  Ezeiza); una vez iniciada la cuarentena, se trasladó a centros de salud; y en los últimos dos meses se volcó a fábricas y locales para acompañar el retorno al trabajo. A fin de mayo Dahua había comercializado 100 cámaras en el país.

Sin contacto. Entre sus servicios de seguridad electrónica, Prosegur incursiona desde hace tiempo en cultivos de soja con sensores y cámaras que detectan desvíos de temperatura. Ante el brote de coronavirus sumó a su oferta los dispositivos termográficos: hasta el momento instaló más de 100 cámaras y más de 500 “pistolas” térmicas. Eduardo Miyares, director Comercial Prosegur Seguridad, comentó que “la industria termográfica está hecha para prevención, pero viene un mundo “sin contacto”, por lo que va a permanecer”.

Estas nuevas necesidades darán lugar a un mercado de unas 1.500 unidades de cámaras termográficas este año en Argentina, según estimaciones de Newsan. Hugo Gismondi, gerente de Seguridad y Seguros, anticipó que buscan quedarse con un 25% de cuota. Para esta compañía, ajena a la industria de videovigilancia, la nueva incursión surgió como  necesidad de monitorear a los empleados en su planta de Ushuaia, y en sus oficinas comerciales. Hicieron una compra inicial de 100 cámaras Siera Pro 6916, que toman entre 16 y 20 puntos de registro en simultáneo para detectar temperatura, rostro y barbijo; generan alertas hacia áreas responsables (recursos humanos o seguridad, según corresponda) y datos para analítica, como cantidad de personas en un espacio o temperatura promedio.

“Estas cámaras puedan dar información en la post pandemia, por las capacidades de analítica que sean capaces de ampliar su uso. Es clave que la inversión en estos dispositivos trascienda la emergencia”, resaltó Gismondi.

Para generar este valor en los últimos meses el desarrollo de software para cámaras se orientó hacia el “crowdlytics” (traducido del inglés, “analítica para multitudes”). Practia es una de las compañías en este campo, que utilizan inteligencia artificial para controlar el comportamiento de las personas en espacios cerrados y desarrollar patrones de movimientos más seguros. Juan Echagüe, director de I+D de la firma, comentó que hicieron pilotos con clientes industriales. “Se trata de un mercado que no tenía la necesidad de estas prestaciones. Ahora la idea, más que identificar personas, es advertir situaciones que se puedan resolver. La imagen es convertida en dato, y luego eliminada. El trabajo de software es con datos anonimizados”, aclaró.

Tipos de cámaras

-Térmicas vs. Termográficas. Las primeras detectan movimientos de vida humana y animal a distancia, para perímetros, en base a temperaturas de entre 36 y 38 grados, tienen en cuenta el volumen físico,  peso y tamaño. Las termográficas agregan precisión, ya que monitorean la temperatura humana con una finalidad determinada: pueden sumar funcionalidades de analítica.

-Termográficas de alto alcance (US$ 7.000-US$ 15.000). Tienen un rango de cobertura amplia -20 a 30 metros-, y pueden medir en simultáneo unas 20 personas. A partir de un video, se captan frecuencias del cuerpo y se mide la temperatura, contrastada con un estándar o “cuerpo negro” (al que se le fijó una temperatura previamente).

-Termográficas portables o de mano (US$ 200 a US$ 3.500)

-Termográficas “de entrada” o pistolas térmicas (US$ 100). Con menor vida útil. Debe colocarse a 15 centímetros de la persona a medir.

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