Cuenta regresiva para el mayor desafío satelital de Argentina: se lanza el Arsat I

Será el próximo jueves desde la base de Arianespace, en la Guayana Francesa. La inversión asciende a US$ 250 millones.

El 16 de octubre despunta como el día del despegue hacia su órbita del Arsat-1, el satélite argentino promocionado como el primero geoestacionario destinado a telecomunicaciones diseñado y construido por un país de las Américas no anglófona. Su fabricación en talleres argentinos, con técnicos argentinos, convierte al país en el segundo de todas las Américas embarcado en la construcción de satélites de telecomunicaciones. Y en el octavo en el mundo capacitado para hacerlo.

Si se trata de indagar en la historia satelital global, la declamación por hechos iniciáticos bien podría incluir que la de la tríada de satélites Arsat proyectada con lanzamiento incluido, será la primera iniciativa integral del mundo en satélites geoestacionarios de telecomunicaciones de una nación, pues comprende inversión, diseño, construcción local, operación y lanzamiento, todo a cargo de un gobierno local. Según datos oficiales superior a los US$250 millones.

El lanzamiento del primer satélite fabricado en Argentina es resultado de un plan significativo. Revela la calidad de los recursos humanos argentinos en el campo de la ciencia y la tecnología. Hace pensar en la necesidad de contar con políticas de Estado pensadas para el largo plazo que involucren el desarrollo de capacidades, y tomar conciencia de que algunos saberes son estratégicos y no sólo patrimonio de países centrales.

Un lanzamiento y un inicio de operaciones limpio de inconvenientes en la órbita 72°W serán alicientes para la segunda etapa, que incluye el lanzamiento del Arsat-2 y el inicio de explotación de la posición orbital 81°W en 2015.

Hoy, la cercanía del lanzamiento del Arsat-1 desde la base de Arianespace, en la Guayana Francesa, a bordo de una nave Ariane 5, tiene en vilo a propios y extraños. Lo de vilo responde, por un lado, al gran desafío que significa para los entes públicos involucrados el estrenarse en las lides de una operación de tamaña magnitud. Responde también al reto que afronta la nueva gestión respecto a la historia de satélites de telecomunicaciones en el país, errática, con un fracaso rotundo del primer operador privado y un complicado sostenimiento del par de puntos orbitales concedidos por la Unión Interna¬cio¬nal de Telecomunica¬ciones. Y la inexistencia de gestiones en la UIT para obtener nuevas posiciones orbitales, que consoliden el futuro espacial argentino.

Iniciativa inédita

Fue esa saga de sucesos desafortunados, acontecidos entre 2004 y 2006, la que llevó a emprender un proyecto de proporciones al Gobierno argentino. Es posible que la mala experiencia de Nahuelsat, una compañía en la que las operadoras asociadas ante¬pusieron intereses propios y no los comprometidos cuando asumieron el de¬s¬a¬rrollo y ocupación de los puntos orbitales, haya sido determinante. Lo cierto es que el Gobierno dio el paso inédito para un país emergente de crear, en 2006, una propia empresa pública de telecomunicaciones, Arsat, con el objetivo de desarrollar el Sistema Satelital Geoestacionario Argentino de Teleco¬municaciones.

La base para fabricarlos ya estaba en pie: Invap Sociedad del Estado, creada en la década de 1970 a partir de un convenio firmado entre la Comisión Na¬cional de Energía Atómica de Ar¬gen¬¬tina (CNEA) y el Gobierno de la provincia de Río Negro. A esa empresa estatal, ubicada a orillas del lago Nahuel Huapi, en Bariloche Arsat le confió su gran desafío. Innvap tiene historia en temas espaciales, convenios con la NASA y vendió llave en mano tres plantas de isotopos.

Invap es responsable del gerenciamiento del desarrollo completo de la ingeniería en todas sus fases, la fabricación, integración y ensayos, el aseguramiento de la calidad, la puesta en órbita así como la operación en las primeras órbitas de los satélites.

Arsat e Invap se aliaron para crear un eslabón fundamental en el proceso. El Centro de Ensayos de Alta Tecnología Sociedad Anónima (Ceatsa), fue creado por ambos grupos en septiembre de 2010, con el objetivo de brindar los servicios de las duras pruebas de resistencia de materiales a la que son sometidos los satélites para que soporten las contingencias ambientales una vez en órbita. El Arsat I supero exitosamente, a principios de este año, ensayos de Termo Vacío, Vi¬bra¬ción, medición de Campo Cercano de Antenas, pruebas de Acústicos Direc-tos, propiedades de Masa, y medición de Paneles Solares.

Si las condiciones climáticas lo permiten, el jueves 16 de octubre será la hora de la verdad, cuando el satélite se desprenda el cohete Arianne a unos 300 kilómetros de la tierra y siga solo hasta la órbita ubica a 36.000 km de nuestro planeta.
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