Drones, regulaciones, fabricación y proyectos de origen argentino

En julio pasado, la Administración Nacional De Aviación Civil (ANAC) aprobó el Reglamento Provisional de los Vehículos Aéreos No Tripulados. Y la Dirección Nacional de Protección de Datos Personales reglamentó la recolección de información por parte de estos equipos.

“Abejorros”, según una traducción piadosa no literal del inglés, o más técnicamente, RPAs (por sus siglas de Remotely Piloted Aircraft [aeronave pilotada remotamente]), o bien UAVs (de Unmanned Aerial Vehicle [vehículo aéreo no tripulado]), se popularizaron y se consiguen desde US$427 en la web. Pero su peligrosidad, por más “recreativa” que sea la intención de su usuario, requiere de reglamentaciones. Por otro lado, su divulgación y evolución derivó en que la producción nacional se convirtiera en una necesidad industrial y en un requisito militar.

Regulaciones

En Argentina el 15 de julio de 2015 la Administración Nacional De Aviación Civil (ANAC) aprobó el Reglamento Provisional de los Vehículos Aéreos No Tripulados que los distingue en tres categorías: pequeños (de hasta 10 kilogramos de peso vacío), medianos (entre 10 y 150 kg) y grandes (más de 150 kg). Dispone que toda persona que opere un RPA debe contar con una autorización expedida por la ANAC, con excepción de la categoría más liviana cuando operen con fines deportivos o recreativos. Pero aun estos no podrán fotografíar o filmar sin el consentimiento de los terceros involucrados, ni observar, entrometerse o molestar la vida y actividades de las personas.

Los drones deben circular exclusivamente en horario diurno con condiciones meteorológicas visuales correctas. Además, se prohíben los vuelos acrobáticos. Los RPA deberán inscribirse en el Registro Nacional de Aeronaves, llevar una placa identificatoria y sus “tripulantes remotos” renovarán su registro cada dos años.

Por otro lado, la Dirección Nacional de Protección de Datos Personales, reglamentó la recolección de información por parte de los drones. En diálogo con Convergencia, Juan Cruz González Allonca, director de esa dependencia del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, explicó que las tomas de fotos y videos son lícitas en la medida que cuenten con el consentimiento del tercero, a menos que se recolecte en actos públicos, eventos privados, lo realice el Estado, o sea una situación de emergencia o en propiedad privada. También se permite en estudios científicos, cartográficos, sobre recursos naturales, medio ambiente,  actividades análogas o exclusivamente recreativas. La reglamentación puntualiza que cualquier recolección de información no debe afectar la intimidad y confidencialidad.

Por otra parte, para almacenar los datos obtenidos, los responsables tendrán que inscribirse en el Registro Nacional de Bases de Datos. Y llevar un registro de finalidad, lugares, fechas, horarios y plazo de conservación de los datos. Los vendedores de estos artefactos deben advertir al comprador de las obligaciones legales de su uso.

Iniciativa pionera

Allonca aseguró que la Argentina produjo la primera reglamentación en el mundo encuadrada directamente en la protección de datos personales.

La senadora Cristina Fiore Viñuales (FpV – Salta) presentó en abril un proyecto de Ley para llevar un registro de quién es el dueño, piloto u operador de un dron a fin de establecer responsabilidades ante eventuales daños. Es decir, una regulación de la compra, venta y el encuadre de su utilización. Un Registro Nacional de Vehículos Aéreos No Tripulados (ReNaVANT) compilará la comercialización y las matrículas de los drones.

“Los derechos a la intimidad, a trabajar, a ejercer industria lícita, a comerciar, entre otros, están en juego”, explicó la senadora a Convergencia. “Pero se tiene que reglamentar permitiendo que la ciencia avance. Yo no creo que debamos ser restrictivos, porque el dron puede servir para espiar o salvar una vida”, agregó.

Producción local

Las fábricas Nostromo y Aerodreams, ubicadas en la provincia de Córdoba y en Buenos Aires respectivamente,  presentaron cuatro modelos de estos dispositivos que prometen servir para la vigilancia, seguridad y protección de infraestructura, a bajo costo.

Nostromo Defensa desde hace nueve años produce tecnología aeroespacial. Su actividad principal es el diseño y producción de aeronaves no tripuladas para usos militares, de seguridad y civil. Exporta su sistema "Yarará" al Departamento de Defensa de EEUU y cuenta con socios estratégicos de clase internacional como Simrad Optronics, de Noruega,  y Transatlantic Technologies, de Estados Unidos.

Aerodreams, por su parte, trabaja en alianza con la norteamericana Guided Systems Technology (GST), especializada en sistemas de control y guiado para vehículos aéreos, con tecnología de inteligencia robótica adaptativa basada en redes neuronales.

Además, en el Ejército Argentino, junto a la Fábrica Argentina de Aviones (FADeA), prepararon el Lipán I, pionero a escala nacional para reconocimiento y misiones específicas.

El mayor proyecto local es el Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA) surgido en 2010 por Resolución Nº 1.484 del Ministerio de Defensa, que destaca la necesidad de dotar al espacio aéreo, terrestre y marítimo nacional de sistemas no tripulados para la vigilancia y el control del país.

En cuanto a aplicaciones en telecomunicaciones, la compañía de soluciones de inspección, IA Robotics Argentina, comenzará a utilizar en las próximas semanas un sistema de drones para el seguimiento visual y técnico sobre las redes, antenas, tensores y toda tipo de infraestructura. Esteban Abel, gerente y coordinador de la compañía, explicó a Convergencia que es más accesible y económico que enviar una cuadrilla o helicóptero al lugar. Dos drones que participan del operativo captarán información e imágenes en HD para que los técnicos cuenten con un completo relevo de datos.

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