La ética detrás del Internet de las Cosas: privacidad, seguridad, identidad y otras discusiones que se postergan
En la ExpoInternetLA 2015, que se celebra en Buenos Aires, el investigador en Lógica e Inteligencia Artificial Valentín Muro planteó interrogantes que poco se profundizan en el fragor de los lanzamientos de equipos conectados.
“¿Necesitamos una ética del Internet de las Cosas?”, se preguntó Valentín Muro, investigador en Lógica e Inteligencia Artificial y Ética Hacker, en una de las disertaciones de la ExpoInternetLA 2015, que se realiza hasta mañana en Buenos Aires. “La tecnología es éticamente neutral pero su desarrollo no lo es. Todos estos equipos están generando datos, y cuanto mayor es la cantidad de información, mayor es el problema”, planteó.
Detrás de vistosas heladeras inteligentes y sensores que registran las pulsaciones de miles de personas hay conversaciones que, al menos por el momento, no se están teniendo. La principal es la dicotomía privacidad-seguridad. “¿Podemos tener una si tenemos la otra?”, se preguntó Muro.
Para abordar la cuestión de privacidad hay que volver a un problema filosófico de los orígenes de la humanidad: actuar libremente vs. actuar con autonomía. La diferencia es que en la segunda opción, el individuo reflexiona y es conciente del impacto de sus decisiones. “Si en estas implementaciones del IoT se viola la privacidad, no se puede actuar con autonomía. Entonces se puede plantear un marco ético, una discusión que ha sido opacada por el optimismo de tantos nuevos dispositivos”.
En cuanto a la identidad, Muro llamó a debatir si se puede vincular la identidad online con la identidad offline, y destacó a la posesión de la información como un baluarte a defender. “¿Qué pasa con mi información? ¿Quién tiene acceso a eso? ¿Se justifica para fines comerciales? ¿No tendríamos que tener derecho a la posesión de la información, y a su vez, a su olvido?”.
Skates, casas domóticas y un modelo de negocio que se regenera
Entre los stands presentes en ExpoInternetLA 2015, dos casos de IoT podían dar cuenta de un negocio que aún busca su modelo de negocio rentable. Nicolás Magni es uno de los fundadores de Wolox, una empresa argentina de soluciones tecnológicas para IoT que nació hace tres años y hoy cuenta con 80 empleados. “En el nicho IoT, inicialmente se replicaron los modelos que funcionaron para el mundo del software, como incubadoras, start ups. Pero esto no se aplica al IoT: se tarda más para que un producto salga al mercado, los costos son mayores. Entonces ahora las aceleradoras IoT se ajustaron”, dijo a Convergencialatina.
Sobre los tiempos distintos que maneja el IoT, Magni diferenció tres etapas: primero, investigar y validar si existe la tecnología que uno quiere lanzar; luego viene la instancia del prototipado, con tecnologías que ya existen o el emprendedor desarrolla por sí mismo, y sin las características estéticas del producto final; por último, se llega a la fase de diseño industrial y manufactura a gran escala.
El primer producto de la compañía fue Syrmo, un tracker para skates que permite medir características de saltos y “flips” del skater, y envía esta información al celular vía Bluetooth. Magni precisó que la solución aún no está comercializada, y se espera tener una primera versión Beta para fin de 2015. Mientras tanto, Wolox se concentra en las dos primeras etapas del proceso IoT, desarrollando tecnologías pedidas por clientes específicos. Para la firma Amper, fabricante de longboards motorizadas inteligentes, Wolox hizo un sistema de monitoreo y armó el modelo de negocio.
En el área de domótica, la empresa Solidmation atraviesa un momento de transición, entre el modelo actual de comercialización de la “casa conectada”, basado en casos particulares y de la mano de instaladores, hacia un concepto más masivo.
La compañía argentina opera hace cuatro años desde su oficina en Villa Urquiza (ciudad de Buenos Aires), con 15 a 20 empleados, generando hardware y software para domotización: es decir, por un lado, dispositivos con tecnología inalámbrica Zigbee o wi-fi que se comunican a una central coordinadora de todos los equipos del hogar; por otro, apps para dispositivos móviles y PC, desarrollados a medida para generar determinadas situaciones con el hardware, o en otras palabras, dar inteligencia a la cosa.
Este paquete se comercializa actualmente a través de instaladores, que venden “la casa domotizada” y para cada hogar establecen un diseño y un conjunto de equipos conectados particular. Mariano Rodríguez, responsable de la Unidad de Negocios de Soluciones de Domótica de la Solidmation, explicó que, “dado que la central controladora de los dispositivos cuesta unos US$ 700, vale la pena contar con varios artefactos conectados. Pero mi rol en la empresa es ir hacia productos más individuales, que se puedan conseguir e instalar fácilmente. Para esa transición es necesario también que la inteligencia para la cosa –hoy concentrada en esta central- pase a estar en la nube”.
Dado que la demanda de “casas domotizadas” como un producto integral es poca (“pero crece mucho por el boca en boca”, aclaró Rodríguez), Solidmation enfoca su negocio actualmente en el desarrollo de soluciones para clientes específicos. Por ejemplo, crearon una tecnología para equipos de aire acondicionado de BGH. “Pero en los próximos seis meses queremos ir hacia un modelo más masivo”, reiteró el ejecutivo de la firma.