VENG, el brazo ejecutor de la Conae que pelea un lugar en el mercado de observación de la Tierra
La misión del Saocom 1A se pensó originalmente para el mercado local, de manera de incrementar capacidades agropecuarias y de análisis de recursos naturales, pero ahora -con el Saocom 1B también en órbita- trabajan en captar la demanda de otros actores.
El mercado de satélites de observación de la Tierra (EO, por sus siglas en inglés) es uno de los más pujantes de la industria aeroespacial. Así como los datos se volvieron la moneda de cambio en los negocios digitales en la superficie del planeta, hoy cobran vital importancia también desde el espacio para afrontar los impactos del cambio climático, la mitigación de desastres y la gestión de recursos hídricos, agrícolas, entre muchos otros.
Según Euroconsult, el segmento de datos y servicios ligados a EO generó el año pasado un volumen de negocio de US$ 4.600 millones, y la cifra ascenderá a US$ 8.000 millones en 2021. A la par de esta ampliación del mercado, habrá una fuerte transformación en la demanda de estas prestaciones: en 2019 el sector de Defensa seguía representando la mayor parte de las ventas –un 64%- pero en los próximos nueve años se retraerá, dejando lugar a clientes del área de medio ambiente, energía y recursos naturales.
Dos tipos de satélites se utilizan para la captación de la información: ópticos (como Satellogic) y de radar. A diferencia de los primeros, que funcionan durante el día y necesitan de luz solar y cielo despejado para ofrecer imágenes, los de radar operan las 24 horas, con una visión “de murciélago”, mediante la emisión de un pulso, que luego rebota y construye la información. Es decir que no se trata de una mera foto, sino de una medición compleja.
Esta tecnología de Radar de Apertura Sintética (SAR, por sus siglas en inglés) fue desarrollada en los últimos años por la empresa aeroespacial argentina Vehículo Espacial Nueva Generación (VENG), del sector público y con una participación accionaria mayorista de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE). Su incorporación en los artefactos Saocom 1A –lanzado en 2018- y 1B –a fin de agosto último- ubica a la Argentina, como una de las pocas naciones, junto a Japón, capaces de desarrollar radares SAR en banda L para uso espacial.
José Luis Randazzo, gerente General de VENG, confió a Convergencialatina que la misión del Saocom 1A se pensó originalmente para el mercado local, de manera de incrementar capacidades agropecuarias y de análisis de recursos naturales, pero ahora trabajan en captar la demanda de otros actores. Apuntan a complementar el uso institucional (en ministerios de Agricultura, Ganadería y Pesca, Defensa y Seguridad, la empresa AySA y organismos provinciales, por ejemplo) con la comercialización de la información proveniente de ambos Saocom. El 1B entregó sus primeras imágenes en noviembre último y completó en el final de 2020 la etapa de “commissioning” o puesta a punto: una vez llegue a su órbita definitiva e inicie su fase operativa, generará productos como el Mapa de Humedad de Suelos y derivados.
En la etapa inicial del desembarco en el mercado de comercialización de imágenes, un primer paso es el Sistema Ítalo Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (SIASGE): reúne la información de los Saocom y de cuatro satélites italianos -COSMO SkyMed-, ambos con tecnología radar, aunque los argentinos operan en banda L y los europeos, en banda X. Combinados, conforman una constelación única a nivel mundial por el tipo de datos que pueden recolectar.
Lanzadores. Más allá del rol que cumple VENG como operador de los Saocom y de la estación terrestre que recibe sus imágenes (Centro Espacial Teófilo Tabanera, en Falda del Cañete, Córdoba), un equipo de 130 personas se dedica a la construcción de lanzadores satelitales. En este caso VENG actúa como contratista principal, no sólo en el diseño y fabricación (ver imagen aparte), sino en el desarrollo de la base y los servicios de lanzamiento en el Centro Espacial Manuel Belgrano, ubicado en Coronel Rosales, cerca de Bahía Blanca.
La construcción de los lanzadores “VLE”, para 2024, y “Tronador III”, para 2026, forman parte de la misión original de VENG, encomendada por la Conae al momento de su creación, en 2007, de llevar adelante desarrollos de acceso al espacio, para dar medios y servicios de lanzamiento satelital a la Argentina.
El gran desafío en el campo de lanzadores es que la tecnología no está a disposición, ya que no hay transferencia entre países, por cuestiones geopolíticas. Esto obliga a VENG a dominar todo tipo de tecnologías para componentes y etapas de la fabricación y el diseño, para asegurar una operación óptima en una actividad de alto riesgo como es el momento de despegue de un cohete.
Para llegar a esa instancia, el programa ISCUL (Inyector Satelital de Cargas Útiles Livianas) consta de cinco etapas: trabajos de Investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) del Tronador III, con hitos incrementales de calificación de subsistemas y etapas; satelizar con tecnología del Tronador III pero en un vehículo a escala menor (lanzador VLE); validar la tecnología del Tronador III; producir ambos artefactos; y desarrollar los servicios de lanzamiento espaciales.
Como señaló Randazzo, en cada una de estas fases VENG interactúa con firmas locales, terceros ajenos a la Conae, de manera de aprovechar la capacidad de ingeniería y a su vez apoyar el desarrollo de la industria argentina. Estos acercamientos se dan en áreas como aeronáutica, automotriz, electrónica de radiofrecuencia, y ensayos mecánicos y ambientales.